martes, 26 de junio de 2012

El camino del coraje

Ya no es posible seguir viviendo así. El Demonio te ha acosado demasiado tiempo. Le has dado demasiada ventaja. Estás jugando su juego, te tiene a su merced. Si quieres ser libre, debes invertir los papeles. Reúne tus ejércitos antes de emprender el viaje. Búscalo dentro de ti, atrévete a mirar en tu interior. En la jornada encontrarás alimañas y carne putrefacta. Pero encontrarás Princesas y Maestros también. Ellos te ayudarán en el Combate. Ello no significa que lucharán por ti, pero tal vez puedan secar el sudor de tu frente, la sangre de tus heridas. Persigue al Demonio, acósalo, enfréntalo. Desciende hasta el fondo del infierno a buscarlo. Verás que se esconde y rehuye tu presencia. Cuando eso ocurra no pienses, sin embargo, que has triunfado. Que en ese momento la cobardía no se apodere de ti y te haga cejar en la búsqueda. Si no lo ves cuando lo buscas, escarba en los rincones no explorados aún. Persíguelo día y noche. Aprende a reconocer sus huellas, sus olores, sus marcas. Y cuando lo encuentres, pártelo en dos de un sólo sablazo. Sin ira, pero con la fuerza del trueno. Obsérvalo cuidadosamente. Cerciórate de que está muerto. Luego regresa a la superficie.
    Serás victorioso, consérvate humilde. Siéntate, respira.
    Y luego sigue tu camino.

sábado, 2 de junio de 2012

Reencuentro

¿ … retienes aún, Fenicia, el día aquél de aurora breve, el que nos quebró los pechos y las horas y nos desmembró la vida porque la amábamos ? … me pregunté a menudo entonces si no serían los dioses y las bestias quienes construyeran en mi corazón salvaje el dolor que tuve, el que mató las flores y lo niños que éramos; pero ¿ podría acontecerme ahora esta furia de sangre que me tensa los brazos, este mar por mi boca al nombrarte, y esta alegría que me parte los huesos mientras te beso ? … te encuentro al fin cuando junio marcha ardiendo por trigos y amapolas, cuando se torna un dios de fuego y va tirando cerezas a los hombres y a la eternidad, éstas, tan dulces y rojas, que en tus manos y en mis manos ah, Fenicia, a ambos tocan, nos besan y queman.